- Se te caía el balón a la playa de Arnao... nada, a buscarlo el que lo tiró, ¿y los demás? descanso.
- La ropa que se llevaba Paquín para lavar. Tardábamos en recuperarla, casi toda.
- Llegar a Perlora a jugar y no poder utilizar el campo.
- Aquella roca de varias toneladas en la banda izquierda donde se subía Chiru cuando no había trabajo.
- La visita de los ojeadores del “Va-santa” para decidir si jugábamos la liga aficionada o no.
- El famoso dinero depósito que empleó el Bar en cuestión en una ocasión para que jugásemos dicha competición y no se devolvió. Pero que dejó la frase más famosa de aquellos tiempos: “¿Qué? ¿De eso qué?”
- El estreno de las espinilleras compradas en Valentín del Rio que le costaron un patadón a uno del Avenue.
- El puesto de portero. El más discutido. “Llama a Heliodoro” “Viene Emilio” (pena que no hay fotos de ambos) cuando no lográbamos ponernos de acuerdo con quien tendría la responsabilidad de defender nuestra puerta.
- Aquellos trayectos en el Carreño a Perlora para jugar, mejores que el mismo partido.
- La época de los coches con el Alonso de turno antes de que llegase a la F1, ¿eh Mario?
- El partido en la Mina interrumpido por la fuerte granizada. Lástima de partido.
- Los voleos de pelota que nos daba Julio cuando se cabreaba en la arena. Venga, al prao de Manolo.
- Las inagotables celebraciones de Joaquín (Megido) en sus goles.
- Los innumerables e innombrables nombres de los equipos de futbol-sala de Jesús.
- La casa que nos facilitó, a modo de patrocinio, las letras de las camisetas.
- La cabeza de perro que nos dejó un recuerdo imborrable ¿Quién tuvo la idea? Aquel día no hubo partido. Es que...
- La continua llamada y posterior aparición del guardia cuando más a gusto estábamos jugando. Por cierto que ahora se usa de parking.
(seguirá) (Ehi, mandar más al e-mail).
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